Juan José Cerrolaza
Los comienzos en el Aikido pueden llegar a ser frustrantes: el pie aquí, la mano allí, la cadera así, el brazo allá. Sin embargo, en mi caso, y seguramente en el de muchos compañeros, todavía por encima de este sentimiento de frustración, existía una idea, una duda que me inquietaba más, y de la que todavía no era capaz de verbalizar. Por suerte, gracias a mis primeros maestros, mi contacto con la escuela del Maestro Kitaura fue en una etapa muy temprana de mi andadura. Y fue al cabo de un tiempo que fui consciente de esa idea que se cortocircuitaba en mi mente: Me sentía en contradicción con la idea de que la forma fuera el medio para definir el fondo. Que tuviera que memorizar todas aquellas posiciones, pensar cada paso, el pie aquí, la mano allí, la cadera así, el brazo allá. Una única idea, un mensaje vertebrador y guía de todas las técnicas: la aceptación del ataque, la integración con hara, y la elaboración de la técnica desde el centro. Unas pautas que por breves no dejan de ser de una profundidad, honestidad y de un alcance que todavía hoy me siguen fascinando. Unas pautas elaboradas por el Maestro Kitaura con sobriedad, sin artificios ni elementos superfluos, y de una belleza, potencia, y elegancia sin discusión.
Por motivos profesionales tuve la fortuna de practicar en escuelas de otros grandes maestros como el Maestro Saotome en Washington DC, o el Maestro Chiba en Londres. Cada uno con sus particularidades y de las que espero hayan contribuido a ampliar mi visión de este bello arte marcial. Sin embargo, al cambiar de dojo, esa sombra de frustración volvía a amenazar nuevamente. Era en esos momentos que repetía como un mantra las enseñanzas del Maestro Kitaura, y el fondo surgía siempre para definir la forma. El pie aquí, la mano allí, la cadera así, el brazo allá. Un estilo de elaboración reconocible en todo el mundo al que seguía una mirada de aprobación por el maestro que impartía la clase, quien en no pocas ocasiones, se acercaba y preguntaba: Has practicado con el Maestro Kitaura ¿verdad?